De Barcelona a Oxford: Un Viaje Entre Alas y Letras

|

El sol y la lluvia aún luchaban por desperezarse sobre Barcelona cuando iniciamos nuestra travesía. A mi lado, el Dr. HC Joaquim Boadas de Quintana, compañero de viaje y figura de gran sabiduría, compartía anécdotas con esa calidez que le caracteriza. El aeropuerto de El Prat, con su bullicio matutino, fue el punto de partida de una aventura que nos llevaría a la histórica ciudad de Oxford.


8744aad8 31bc 4717 9a20 4f4876b04056



El vuelo a Gatwick transcurrió entre conversaciones amenas y la contemplación de un paisaje que se transformaba bajo nuestras alas. Al aterrizar, la brisa fresca y el cielo encapotado nos dieron la bienvenida a Inglaterra. La siguiente etapa de nuestro viaje nos aguardaba en el tren.


B99ea78d 8779 4ce4 80ca a606b451dd94



El trayecto en tren desde Gatwick a la estación Victoria de Londres fue un deleite para los sentidos. El paisaje inglés, con sus campos verdes y sus pintorescos pueblos, se deslizaba ante nuestros ojos como un cuadro en movimiento. La elegancia de las estaciones, testigos de un pasado glorioso, nos transportaba a otra época.


Al llegar a Victoria, la imponente arquitectura de la estación nos recibió con su majestuosidad. Nos adentramos brevemente en las calles de Londres, solo unos pasos, lo justo para sentir el pulso de la ciudad. Y allí, casi como un guiño literario, nos topamos con una cervecería llamada "Shakespeare". Un lugar que parecía resumir la esencia de Inglaterra: tradición, cultura y un buen trago.


La siguiente etapa nos llevó al metro. Paddington, la estación que inmortalizó al entrañable oso, nos esperaba con su encanto victoriano. Como fan confeso de este personaje, no pude evitar sonreír al imaginarlo corriendo por sus andenes.


Desde Paddington, nuestro rumbo se fijó nuevamente hacia Oxford. El tren se convirtió en una cápsula del tiempo, permitiéndonos disfrutar de la belleza del paisaje inglés mientras nos acercábamos a nuestro destino final.


060422b2 edc6 4eb3 b893 e003aedb10ab


La llegada a Oxford fue como entrar en un sueño. Sus imponentes monumentos, testigos de siglos de historia y conocimiento, nos dejaron sin aliento. La arquitectura de sus colegios, la solemnidad de sus bibliotecas, la magia de sus calles empedradas... todo en Oxford respiraba erudición y tradición.


Finalmente, llegamos a nuestro hotel, un refugio acogedor donde descansar después de un día intenso. Pero la magia de Oxford nos invitaba a seguir explorando. Sabíamos que al día siguiente nos esperaban momentos inolvidables en el Ashmolean Museum, pero esa es otra historia...