¡Oh, excelsos miembros de la Muy Ilustre y Arcana Cofradía del Batín y la Zapatilla!
Hoy os traemos a un personaje que sin duda hará las delicias de nuestros más exigentes socios: ¡Oliver Heaviside! Un hedonista inglés cuyo genio y excentricidad rivalizan con los más grandes de nuestra orden.
Nacido en 1850, Heaviside fue un físico autodidacta que desafió las convenciones científicas de su época. Sus contribuciones al electromagnetismo son invaluables, pero su personalidad era tan peculiar como sus descubrimientos.
Un hogar de rocas y uñas rosadas
Heaviside se deleitaba en lo inusual. Su hogar era un reflejo de su mente: rocas de granito adornaban sus muebles, cual si fueran trofeos de una expedición geológica. Y sus uñas... ¡oh, sus uñas! Las pintaba de un rosa chillón, desafiando las normas victorianas con cada pincelada.
El ermitaño de Torquay
Hastiado de la pomposidad de la Royal Society, Heaviside se retiró a Torquay, donde se convirtió en un ermitaño voluntario. Vestido con su bata, pasaba sus días absorto en sus investigaciones, interrumpiendo su trabajo solo para escribir cartas mordaces a sus colegas o para disfrutar de un buen plato de su comida favorita.
El azote de los matemáticos
Heaviside tenía una relación de amor-odio con las matemáticas. A pesar de su genio, detestaba la rigidez de las demostraciones formales. Prefería la intuición y la experimentación, lo que le valió la enemistad de muchos matemáticos puristas.
Una anécdota cuenta que, durante una conferencia, un matemático se quejó de la falta de rigor en sus métodos. Heaviside, imperturbable, respondió: "Las matemáticas son una herramienta, no un fin en sí mismo. Si funciona, úsalo. Si no, ¡tíralo a la basura!".
Un legado inmortal
A pesar de su excentricidad, el legado de Heaviside es innegable. Sus ecuaciones revolucionaron el campo del electromagnetismo, y sus métodos matemáticos siguen siendo utilizados hoy en día.
Heaviside nos recuerda que la genialidad y la excentricidad no son mutuamente excluyentes. Que la pasión por el conocimiento puede coexistir con la rebeldía y el hedonismo. Y que, a veces, la mejor manera de desafiar las normas es pintar tus uñas de rosa y llenar tu casa de rocas.