La noche del 31 de diciembre, mientras millones de españoles se congregaban frente a sus televisores para dar la bienvenida al nuevo año, RTVE, la cadena que se ufana de ser la televisión pública de todos, perpetró un acto deleznable de intolerancia y sectarismo religioso.
Los "humoristas" David Broncano y LalaChus, encargados de conducir la retransmisión de las campanadas, decidieron que el momento más emblemático del año, aquel en el que las familias se unen con la esperanza de un futuro mejor, era el idóneo para escarnecer las creencias de millones de católicos.
La imagen de LalaChus blandiendo una estampita del Sagrado Corazón de Jesús con la cabeza de la vaquilla del Grand Prix, programa que, irónicamente, simboliza la España más casposa y tradicional, no puede interpretarse sino como una agresión deliberada a la sensibilidad religiosa de una parte sustancial de la población española. No se trató de un chiste inocente o una simple broma; fue un acto de provocación calculado, un intento de ridiculizar y humillar a quienes profesan la fe católica.
Y lo más grave es que esta afrenta no proviene de un canal privado con una línea editorial definida, sino de la televisión pública, financiada con el dinero de todos los españoles, incluidos aquellos a quienes se ha insultado. RTVE, que debería ser un espacio de encuentro y respeto a la pluralidad, se ha convertido en un altavoz para la intolerancia y el desprecio hacia una parte de la ciudadanía.
Es inadmisible que el presidente de RTVE, José Pablo López, no solo no haya condenado este acto deplorable, sino que lo haya aplaudido públicamente, calificándolo de "arriesgado".
¿Arriesgado?
¿Es arriesgado burlarse de la fe de millones de personas en un país donde la libertad religiosa está consagrada en la Constitución?
¿Es arriesgado fomentar la división y el enfrentamiento en un momento en el que la sociedad española necesita más que nunca unidad y concordia?
Sr. López, su concepto de "riesgo" es, cuanto menos, perturbador.
Parece que para usted, el riesgo consiste en ofender a los católicos, no a otras confesiones religiosas.
¿Se atreverían Broncano y LalaChus a hacer la misma "broma" con los símbolos del Islam o del Judaísmo?
Me temo que no, porque entonces sí que correrían un verdadero riesgo, el de ser acusados de islamofobia o antisemitismo. Pero con los católicos, al parecer, todo vale.
Esta doble moral es intolerable. La libertad de expresión no puede ser un cheque en blanco para insultar y humillar a quienes piensan diferente. Y mucho menos cuando se hace desde una institución pública que debería ser garante del respeto a todas las creencias.
La actuación de Broncano y LalaChus no solo es ofensiva para los católicos, sino que también es un ataque a la convivencia y la tolerancia. En una sociedad plural como la española, es fundamental el respeto mutuo entre las diferentes confesiones religiosas. La burla y el escarnio solo generan división y enfrentamiento.
RTVE tiene la obligación de rectificar y pedir disculpas públicas por este lamentable incidente. Y el presidente de la corporación debería asumir su responsabilidad por haber amparado este acto de intolerancia. De lo contrario, se estará enviando un mensaje muy peligroso: que en la España de hoy, se puede insultar impunemente a los católicos.
Es hora de que los responsables de RTVE reflexionen sobre el daño que han causado y tomen medidas para evitar que este tipo de situaciones se repitan en el futuro. La televisión pública debe ser un espacio de encuentro y respeto, no un instrumento para la burla y la intolerancia.
JOSE M. CASTELO-APPLETON
RECTOR