Se percibe en el horizonte geopolítico una calma tensa, una pausa estratégica más que una resolución definitiva. Una vez que las armas se silencien en Ucrania, y las mesas de negociación sellen un armisticio, la mirada de Moscú se posará sobre un objetivo largamente latente: Moldavia. Transnistria, esa franja de tierra prorrusa, servirá como punta de lanza para una incursión inevitable. El tiempo, ese juez implacable, dará validez a esta profecía, trazando un nuevo mapa de influencia en la región.
La imagen de Zelenski, otrora símbolo de resistencia y esperanza, se ha transformado. El cansancio y la preocupación se reflejan en su rostro, mientras que sus antiguos aliados comienzan a cuestionar sus decisiones. La reciente remodelación de su gobierno y la arriesgada ofensiva militar en la región rusa de Kursk son interpretadas como gestos de desesperación, como un intento de mantener una imagen que se desmorona ante la realidad.
La influencia de Yarvin se ha infiltrado en la política, donde figuras como el vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, y el Presidente Donald Trump, lo citan. Su visión de un Estado eficiente y jerarquizado, donde el poder reside en manos de una élite competente, ha encontrado eco en aquellos que buscan recortar el tamaño del gobierno, reducir el gasto público y restaurar el orden tradicional.
Desde la atalaya del siglo XXI, Europa se contempla a sí misma en un laberinto de espejos rotos, cada fragmento reflejando una faceta de su policrisis. Ya no es el faro de la Ilustración, sino un barco a la deriva en un mar embravecido, zarandeado por tormentas que ha contribuido a desatar. La arrogancia de la razón, el espejismo del progreso ilimitado, se desvanecen ante la cruda realidad de una civilización que ha excedido sus límites.
El Rectorado de Appleton Private University se complace en anunciar la creación del Foro de Análisis El Crepúsculo de Europa, un centro de pensamiento dedicado al estudio y la comprensión de los complejos desafíos geopolíticos que enfrenta Europa en la actualidad. Este foro surge como respuesta a la creciente necesidad de un análisis profundo y objetivo de las tendencias que están configurando el futuro del continente.
Jean Vioulac nos ofrece una distinción crucial: Europa como entidad geográfica, y Occidente como una dimensión espiritual, una "dimensión espectral". Esta distinción, lejos de ser una mera sutileza filosófica, ilumina la profunda crisis que atraviesa el continente europeo, una crisis de identidad y valores que amenaza con socavar sus cimientos.