Siempre ha habido analfabetos, pero la incultura y la ignorancia siempre se habían vivido como una vergüenza.
Nunca como ahora la gente había presumido de no haberse leído un puto libro en su jodida vida, de no importarle nada que pueda oler levemente a cultura o que exija una inteligencia mínimamente superior a la del primate.
Los analfabetos de hoy son los peores porque en la mayoría de los casos han tenido acceso a la educación, saben leer y escribir, pero no ejercen.
Cada día son más y cada día el mercado los cuida más y piensa más en ellos.
La televisión cada vez se hace más a su medida.
Las parrillas de los distintos canales compiten en ofrecer programas pensados para una gente que no lee, que no entiende, que pasa de la cultura, que quiere que la diviertan o que la distraigan, aunque sea con los crímenes más brutales o con los más sucios trapos de portera.
El mundo entero se está creando a la medida de esta nueva mayoría, amigos.
Todo es superficial, frívolo, elemental, primario… para que ellos puedan entenderlo y digerirlo.
Esos son socialmente la nueva clase dominante, aunque siempre será la clase dominada, precisamente por su analfabetismo y su incultura, la que impone su falta de gusto y sus morbosas reglas.
Y así nos va a los que no nos conformamos con tan poco, a los que aspiramos a un poco más de profundidad.
** Jesus Quintero es un periodista, escritor, director y presentador de programas de radio nacido en 1940 en España. Para 1981 iniciaría su programa «El loco de la colina», mismo que lo llevaría a ser un fenómeno televisivo de fama internacional. En dicho programa, proclama este fuerte y tajante mensaje directo a su teleaudiencia. Dicha proclama, pienso, más que describir la sociedad de la época, ha sido premonitoria a lo que realmente vendría, en sus palabras predice la llegada de un mundo con contenido cada vez más simple y acortado. A 40 años de ese discurso, podemos ver el avance acelerado de esa nueva realidad con la llegada de plataformas como Tiktok, el aborrecimiento a cualquier contenido largo o la simpleza de la música de moda que hacen tan acertadas y premonitorias las palabras de Jesús Quintero.