Por Dr. José M. Castelo-Appleton, Rector de Appleton Private University
En el devenir de la vida, nos encontramos con diversas experiencias que nos moldean y nos hacen crecer. Entre ellas, la traición, esa punzada dolorosa que nos asalta cuando menos lo esperamos, ocupa un lugar especialmente significativo. No hablo aquí de la traición a la patria o a grandes ideales, sino de esa traición cotidiana, la que proviene de aquellos que consideramos cercanos, de los compañeros de camino, de los colaboradores que comparten nuestro día a día.
La traición, en su esencia, es una ruptura de la confianza depositada en otro. Es la quiebra de un pacto tácito, la deslealtad a un compromiso implícito. Duele, precisamente, porque se produce en el ámbito de la cercanía, allí donde se supone que reina la lealtad y la reciprocidad.
Resulta paradójico observar cómo, a menudo, la traición no proviene de nuestros enemigos declarados, sino de aquellos que comparten nuestra mesa, nuestros proyectos, incluso nuestras confidencias. Es en esa proximidad donde la traición encuentra su caldo de cultivo, pues es allí donde se generan las expectativas, los lazos afectivos y la vulnerabilidad que la hacen posible.
Podríamos preguntarnos, desde una perspectiva filosófica, ¿qué lleva a una persona a traicionar la confianza de otra?
Las respuestas son complejas y multifactoriales. Pueden intervenir la ambición desmedida, la envidia, el resentimiento, el miedo o, simplemente, la falta de integridad moral. En ocasiones, la traición se disfraza de pragmatismo, de búsqueda del propio beneficio, justificándose con argumentos utilitaristas que pretenden ocultar la verdadera naturaleza del acto.
En el ámbito laboral, la traición entre colaboradores puede manifestarse de diversas formas: la apropiación de ideas ajenas, la difamación a espaldas, la deslealtad en momentos clave, la búsqueda del ascenso a costa del compañero. Estas acciones, además de generar un clima de desconfianza y resentimiento, perjudican el desarrollo del trabajo en equipo y el logro de objetivos comunes.
Sin embargo, la traición, por dolorosa que sea, también puede ser una fuente de aprendizaje. Nos obliga a replantear nuestras relaciones, a discernir con mayor agudeza a quién depositamos nuestra confianza y a fortalecer nuestra propia integridad. Nos enseña que la lealtad no es una moneda de cambio, sino un valor intrínseco que debemos cultivar en nosotros mismos.
Como reflexión final, cabe preguntarse si la traición es inherente a la condición humana o si es una elección individual. Quizás, como señalaba Shakespeare, "la traición nunca prospera, ¿cuál es la razón? Si prospera, nadie se atreve a llamarla traición". No obstante, más allá del éxito o el fracaso de la acción, la traición deja una cicatriz profunda, tanto en quien la sufre como, en última instancia, en quien la comete.
En Appleton Private University, promovemos un ambiente de confianza, respeto y colaboración. Creemos firmemente que la lealtad y la integridad son valores fundamentales para el desarrollo personal y profesional.
Este texto es una reflexión filosófica sobre la traición en general, y no está dirigido a ninguna persona en particular dentro de la universidad.