COMPASS W.O.N.O: The Global Nightlife

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Se ha publicado el primer número del año 2 de la revista de la COMPASS W.O.N.O: The Global Nightlife, una publicación bilingüe en inglés y español. El número, titulado "N° 1 YEAR 2°," se centra en la vida nocturna en tiempos de conflicto. Los artículos incluidos son:


  • "La Noche en Guerra: Cómo los conflictos armados apagan la vida nocturna"
  • "Entre el toque de queda y la fiesta: Sobrevivir la vida nocturna en zonas de conflicto"
  • "De la pista de baile a los refugios: Historias de la vida nocturna en tiempos de guerra"


La publicación, presentada por la Appleton Private University y la International Nightlife Association, analiza el impacto de la guerra en este frágil ecosistema social y económico.



La imposición del silencio

Los efectos físicos y psicológicos de la guerra en la vida nocturna son inmediatos y devastadores. La imposición de un toque de queda, una orden militar, borra la noche tal como la conocemos. Esto obliga a los establecimientos de ocio nocturno a cerrar, no solo por la orden, sino también por el miedo generalizado y la incertidumbre. Incluso sin una orden formal, un "toque de queda psicológico" se instaura, ya que la gente evita salir por el riesgo de bombardeos o la presencia de fuerzas armadas. Los sonidos de la música son reemplazados por el ruido de sirenas y explosiones. En muchos casos, la destrucción de estos espacios es un acto deliberado para destruir la moral de la población civil. La imagen de una discoteca derruida es un símbolo desgarrador de la guerra que ha triunfado sobre la vida.



La noche como acto de resistencia


A pesar de la represión y la destrucción, el deseo humano de socializar no desaparece; se transforma y se esconde en la clandestinidad. Fiestas clandestinas surgen en sótanos, almacenes abandonados y casas en ruinas en ciudades como Bagdad, Kabul y Alepo. En estos espacios secretos, la música adquiere un nuevo significado, convirtiéndose en un acto de resistencia y un himno de esperanza que demuestra que la cultura y la comunidad persisten a pesar de la opresión. Estos eventos son más que entretenimiento; son un acto de supervivencia psicológica y una forma de recuperar una parte de la vida que la guerra les ha arrebatado. En estas reuniones, las diferencias sociales, étnicas y religiosas a menudo se disuelven, y la música y el baile se convierten en un lenguaje universal que une a las personas.



La reconstrucción como un acto de sanación


Una vez que el conflicto cesa, la reconstrucción de la vida nocturna es tan crucial como la de la infraestructura física. La reapertura de un bar o club no es solo el reinicio de un negocio, sino el primer paso en la sanación de una comunidad. El regreso de bares y festivales es un símbolo poderoso de resiliencia y una señal de que la ciudad está comenzando a sanar. Los actos sencillos de bailar, cantar y socializar en un entorno seguro ayudan a la gente a procesar el trauma, reducir el estrés y restaurar un sentido de normalidad. Para los jóvenes, en particular, la reactivación de la vida nocturna es una oportunidad para reclamar su juventud y afirmar que tienen un futuro más allá de la guerra.


La publicación concluye que la vida nocturna en tiempos de guerra es un microcosmos de la condición humana en sus extremos, donde la esperanza y el miedo coexisten. Es un testamento del espíritu humano, la comunidad y la cultura indestructibles, y un recordatorio de que la música siempre encontrará una manera de prevalecer sobre la destrucción.


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COMPASS W.O.N.O: The Global Nightlife, an English and Spanish publication, has released its first issue of the second year, "N° 1 YEAR 2°." The issue focuses on nightlife in times of conflict with articles titled:


  • "Night at War: How Armed Conflicts Put Out the Nightlife"
  • "Between Curfew and Celebration: Surviving Nightlife in Conflict Zones"
  • "From the Dance Floor to the Shelters: Stories of Nightlife in Times of War"


The publication, presented by Appleton Private University and the International Nightlife Association, explores how war impacts this delicate social and economic ecosystem.


The Imposition of Silence


War's psychological and physical effects on nightlife are immediate and devastating. The imposition of a curfew, a military order, erases the night as people know it, forcing nightlife businesses to close. Even without a formal order, a "psychological curfew" takes hold due to fear and uncertainty, as public spaces are seen as potential traps. The sounds of music and laughter are replaced by sirens and explosions. In some cases, the destruction of nightlife venues is a deliberate act to destroy the morale of the civilian population. A demolished nightclub is a symbol of war triumphing over life.


The Night as an Act of Resistance


Despite the repression and destruction, the human desire to socialize and escape doesn't vanish; it transforms and goes underground. Clandestine parties emerge in basements, abandoned warehouses, and ruined houses in cities like Baghdad, Kabul, and Aleppo. In these hidden spaces, music takes on new meaning, becoming an act of resistance and an anthem of hope that shows culture and community can persist. These events are more than just entertainment; they are a form of psychological survival and a way to reclaim a part of life that war has stolen. In these gatherings, social, ethnic, and religious differences often disappear, as music and dance become a universal language uniting people.


Reconstruction as an Act of Healing


Once a conflict ends, rebuilding nightlife is as vital as rebuilding physical infrastructure. The reopening of a bar or club is not just a business relaunch but the first step in a community's healing process. The return of bars and festivals symbolizes resilience and signals that a city is beginning to recover. The simple acts of dancing, singing, and socializing in a safe environment can help people process trauma, reduce stress, and regain a sense of normalcy. For young people, in particular, the return of nightlife is an opportunity to reclaim their youth and affirm a future beyond the war.


This issue of The Compass concludes by noting that nightlife in times of war is a microcosm of the human condition in its extremes, where hope and fear coexist. It is a testament to the indestructible human spirit, community, and culture, reminding us that music will always find a way to prevail over destruction.


PORTADA (18)