Una reflexión sobre la identidad y la pasión deportiva
Queridos lectores,
Ayer, España se tiñó de rojo y amarillo. El triunfo de nuestra selección de fútbol sobre Inglaterra en la final de la Copa fue un momento de euforia colectiva, de orgullo nacional y de pasión desbordante.
Las calles se llenaron de cánticos, banderas ondearon al viento y, por un instante, todos fuimos uno.
Pero, ¿qué sucede cuando el último silbato suena y las luces del estadio se apagan?
¿Dónde queda esa pasión el resto del año?
¿Por qué aquellos que aman a España se sienten a menudo cohibidos de mostrar sus colores, de expresar su orgullo nacional, de gritar "¡España, España!" sin temor a ser etiquetados?
Esta es la terrible dicotomía que vivimos, una contradicción que nos hace cuestionar nuestra identidad y nuestra relación con los símbolos patrios. Ayer, todos éramos españoles, catalanes, vascos, unidos bajo una misma bandera. Pero hoy, muchos de esos mismos españoles se sentirán incómodos al mostrar su amor por España, temerosos de ser tildados de "fachas" o de ultraderecha.
¿Acaso el amor por España es patrimonio exclusivo de una ideología?
¿No podemos sentirnos orgullosos de nuestro país, de nuestra historia, de nuestra cultura, sin ser encasillados en un estereotipo?
¿Por qué debemos ocultar nuestros sentimientos, reprimir nuestra pasión, por miedo al juicio ajeno?
Es cierto que la historia de España ha sido compleja y convulsa, marcada por conflictos y divisiones. Pero también es una historia rica en logros, en talento, en creatividad. Somos un país diverso, multicultural, lleno de contrastes y matices. Y eso es precisamente lo que nos hace únicos, lo que nos enriquece como Nación.
No podemos permitir que el miedo y la intolerancia nos roben la alegría de ser españoles. No podemos renunciar a nuestros símbolos, a nuestra historia, a nuestra identidad, por temor a ser juzgados. Debemos aprender a convivir con nuestras diferencias, a respetar las distintas sensibilidades, a construir un país donde todos nos sintamos incluidos y representados.
El deporte tiene el poder de unirnos, de trascender las barreras ideológicas y sociales. Ayer, fuimos testigos de ello. Pero esa unidad no puede ser efímera, no puede limitarse a los momentos de gloria deportiva. Debemos llevar ese espíritu de compañerismo, de respeto y de tolerancia a todos los ámbitos de nuestra vida.
Como rector de la Appleton Private University, creo firmemente en la educación como herramienta para construir un futuro mejor.
Debemos educar a nuestros jóvenes en valores como el respeto, la tolerancia, la solidaridad y el amor por nuestro país. Debemos enseñarles a ser críticos, a cuestionar, a debatir, pero siempre desde el respeto y la empatía.
No podemos permitir que el miedo y la intolerancia nos dividan.
Debemos construir un país donde todos nos sintamos orgullosos de ser españoles, donde podamos expresar nuestra pasión sin temor a ser juzgados.
Un país donde podamos gritar "¡España, España!" no solo cuando nuestra selección gana un partido, sino todos los días del año.
Atentamente,
JOSE M. CASTELO-APPLETON
Rector de la Appleton Private University