Como Rector de la Appleton Private University, he sido testigo y víctima de la corrupción que corroe las instituciones de nuestro supuesto Estado democrático.
En mi libro "Las Puñetas de Landete", relaté las experiencias que sufrí a manos de individuos y organismos que deberían velar por la justicia y el bienestar ciudadano, pero que en cambio se mueven en las sombras, tejiendo una red de intereses espurios y favores inconfesables.
La reciente investigación al Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, por un presunto delito de revelación de secretos, ilustra a la perfección la pescadilla jurídica que se muerde la cola. El magistrado Ángel Hurtado, instructor de la causa, se ve obligado a requerir a García Ortiz para que designe abogado y procurador, a fin de no generarle indefensión.
¿No resulta paradójico que el máximo responsable de la acción penal en España se encuentre ahora bajo la lupa de la justicia?
¿No es acaso una muestra más de la profunda crisis institucional que padecemos, donde la línea que separa a los guardianes de la ley de aquellos que la transgreden se difumina hasta hacerse irreconocible?
Esta situación, que bien podría ser sacada de una novela de Kafka, nos enfrenta a una realidad absurda e inquietante.
El sistema judicial, diseñado para garantizar la justicia y el imperio de la ley, se convierte en un laberinto burocrático donde la verdad y la ética se pierden en un mar de tecnicismos y procedimientos.
La corrupción, como una enfermedad silenciosa, se extiende por todos los niveles de la administración pública.
Jueces, fiscales, políticos, alcaldes, funcionarios... todos ellos, en mayor o menor medida, se ven tentados por el poder y la impunidad. Y mientras tanto, los ciudadanos, desprotegidos y desilusionados, asisten con impotencia al espectáculo de un sistema que se devora a sí mismo.
En Appleton Private University, nos hemos comprometido a luchar contra esta lacra. Creemos en la educación como herramienta para formar ciudadanos críticos y conscientes, capaces de denunciar las injusticias y de construir una sociedad más justa y transparente.
No nos callaremos ante la corrupción. Seguiremos denunciando los abusos de poder y defendiendo la verdad, por más poderosos que sean aquellos que intenten silenciarnos. Porque creemos en un futuro donde la justicia prevalezca y donde las instituciones estén al servicio del pueblo, no de los intereses particulares.