Josep Serneguet, un nombre que evoca la imagen de un explorador incansable, un Quijote moderno que dedicó su vida a desentrañar los misterios grabados en las piedras de Ica. Aquellos que tuvimos la fortuna de conocerle, recordaremos siempre su mirada penetrante, cargada de curiosidad y sabiduría, y su voz amable, que parecía susurrar secretos ancestrales.
Lo conocí en una tarde de verano. Había leído sus sus investigaciones sobre las piedras de Ica, y me fascinaba su capacidad para conectar aquellas imágenes enigmáticas con la historia de la humanidad. Recuerdo que llegó con su esposa, una mujer de mirada dulce y sonrisa cálida, que parecía ser el ancla que lo mantenía conectado a la realidad mientras él se adentraba en los laberintos del pasado.
Desde el primer momento, me impresionó su humildad. No había en él ni una pizca de arrogancia o pretensión, a pesar de ser de los primeros de aquellos tiempos, de "existió otra humanidad". Hablaba con pasión de las piedras de Ica, describiendo con detalle las escenas grabadas en ellas: cirugías complejas, mapas astronómicos, animales extintos... Sus palabras me transportaban a un mundo perdido, a una civilización avanzada que desafiaba nuestra comprensión de la historia.
Josep no solo era un investigador meticuloso, sino también un gran narrador. Sus historias sobre el Dr. Cabrera, el descubridor de las piedras, y sus propias experiencias en Perú, me cautivaban por su autenticidad y emoción. Me habló de las dificultades que enfrentó para que su trabajo fuera reconocido, de las críticas y el escepticismo que tuvo que superar. Pero nunca perdió la fe en su investigación, convencido de que las piedras de Ica guardaban un mensaje importante para la humanidad.
Años después, recibí una llamada suya. Con la voz emocionada, me anunció la publicación de su nuevo libro y me invitó a su presentación. Fue un honor asistir y escucharlo hablar con la misma pasión de siempre, a pesar del paso del tiempo. Al finalizar el acto, me regaló un ejemplar dedicado, con unas palabras que guardo como un tesoro.
La noticia de su fallecimiento me llenó de tristeza, pero también de gratitud por haber tenido la oportunidad de conocerlo y aprender de él.
Josep Serneguet fue un hombre excepcional, un verdadero buscador de la verdad que dedicó su vida a desvelar los enigmas del pasado. Su legado perdurará en sus libros, en sus investigaciones y en el recuerdo de aquellos que tuvimos la suerte de cruzar su camino. Su humanidad, su pasión y su humildad son un ejemplo a seguir para todos aquellos que buscamos la verdad, más allá de los límites de lo conocido.
Josep, dondequiera que estés, gracias por compartir tu luz con nosotros.