¡El Papa, los Pitufos y la Donación de Constantino! CUIDADO HAY SETAS perdón... SECTAS

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Hoy, mientras hojeaba el periódico, me topé con un artículo de Luis Santamaría del Río, autoproclamado máximo experto en sectas. 

¡Vaya! 


¿Quién soy yo para cuestionar su sapiencia? 


Al fin y al cabo, si él lo dice, debe ser así. Es como si los Pitufos fueran la obra cumbre de la literatura universal, según los estándares de un fanático de Pitufina.


Me pregunto si este señor ha considerado alguna vez que la institución religiosa más grande del mundo, la Iglesia Católica, podría encajar en su propia definición de “secta”. Después de todo, ¿qué es una secta sino un grupo que se considera depositario de una verdad absoluta y excluyente? 


Y la Iglesia Católica, con su dogma infalible y su insistencia en la única verdad, ¿no se ajusta a esta descripción?


La Iglesia Católica, con su cuento de la Donación de Constantino (que cualquier historiador serio sabe que es una falsedad), se ha apropiado de vastas extensiones de territorio y poder a lo largo de los siglos. Y aún así, tiene la audacia de señalar con el dedo a otras religiones y movimientos espirituales. 


¡La hipocresía es tal que hasta los Pitufos se sorprenderían!


Me causa una enorme gracia ver a católicos fervientes señalar con el dedo a musulmanes fervientes. ¿Acaso no son dos caras de la misma moneda? 


Ambas religiones han utilizado la fe para justificar guerras, inquisiciones y todo tipo de atrocidades. Y ambas insisten en que solo ellas poseen la verdad absoluta.


La Iglesia Católica, con su visión del mundo basada en el castigo, el pecado y la sumisión, parece más un club de masoquistas que una institución religiosa. ¿Dónde quedó el mensaje de amor y esperanza que predicaba Jesús? Se ha perdido en un mar de dogmas, rituales y prohibiciones. Y el Reino de los Cielos, ese paraíso prometido, parece cada vez más lejano y difuso.


Creo que es hora de que todos, incluidos los autoproclamados expertos en sectas, adoptemos una actitud más humilde y respetuosa hacia las creencias de los demás. La diversidad religiosa es una riqueza, no una amenaza. Y la imposición de una única verdad es un anacronismo que no tiene cabida en un mundo moderno y plural.


¡Respeto para todas las creencias, incluidas las de los Pitufos!


SECTAS