El Palacio de San Jordi, sede de la Generalitat (GENERALIDAD) en Barcelona, ha sido testigo de un suceso que roza lo absurdo: la eliminación de unas pinturas murales que representaban a Cristóbal Colón ante los Reyes Católicos.
Sí, han leído bien. ¡Colón, el mismo que algunos catalanistas acérrimos reclaman como hijo predilecto de Cataluña, ha sido borrado de las paredes de un edificio emblemático!
Uno casi puede imaginar la escena: un grupo de operarios, armados con brochas y disolvente, acercándose sigilosamente a las pinturas.
Sus rostros, iluminados por la luz de las linternas, reflejan una mezcla de determinación y desconcierto.
¿Qué pensaría el artista, Claudi Lorenzale, al ver su obra desaparecer bajo una capa de pintura blanca?
¿Y qué decir de los Reyes Católicos, testigos mudos de este acto de iconoclasia?
Pero la pregunta más importante es: ¿qué demonios está pasando con el patrimonio cultural en Cataluña?
¿Acaso hemos perdido el norte?
¿Es que ya no valoramos la historia y el arte que nos precede?
¿O es que simplemente nos hemos vuelto locos?
Y mientras tanto, ¿dónde está la Policía Nacional adscrita a Patrimonio?
¿Qué hace el subinspector ANTONIO LÓPEZ "EL MAGNO" (cuyo nombre NO omito por respeto a los ciudadanos, ¿no es un servidor público?) mientras se perpetra este atentado contra la historia?
¿Acaso está demasiado ocupado persiguiendo a ancianos que heredan obras de arte o a incautos compradores de subastas online?
Es irónico, ¿no creen?
Mientras la policía se dedica a perseguir a coleccionistas aficionados, auténticos tesoros históricos son borrados de la faz de la tierra. Es como si un bombero se dedicara a apagar colillas mientras un edificio entero arde en llamas.
Este acto de censura cultural recuerda inevitablemente a los tiempos oscuros del nacionalsocialismo, cuando los nazis se dedicaron a eliminar todo aquello que no encajaba con su ideología.
¿Acaso estamos repitiendo los mismos errores del pasado?
¿Es que no hemos aprendido nada de la historia?
La eliminación de las pinturas de Colón no es solo un ataque al arte y a la historia, sino también a la libertad de expresión y al pluralismo cultural. Es un intento de reescribir la historia a conveniencia, de borrar aquellos elementos que no encajan con la narrativa nacionalista.
Pero la historia no se puede borrar. Los hechos permanecen, aunque las pinturas desaparezcan. Y la verdad, tarde o temprano, siempre sale a la luz.
Por eso, desde esta tribuna, hacemos un llamado a la cordura y al respeto por el patrimonio cultural. Exigimos que se investigue este acto de vandalismo y que se tomen medidas para evitar que se repita en el futuro.
Y al subinspector ANTONIO LÓPEZ y a sus colegas de la Policía Nacional adscrita a Patrimonio, les recordamos que su deber es proteger el patrimonio cultural, no perseguir a coleccionistas aficionados. Les instamos a que se centren en lo verdaderamente importante y a que dejen de actuar como la Gestapo del arte.
Porque la historia no se borra, se aprende. Y el arte no se destruye, se admira.
Dr. José M. Castelo-Appleton
APPLETON PRIVATE UNIVERSITY