El viento gélido de enero mordía mi rostro mientras caminaba por la solitaria playa de Blanes. Eran las siete de la mañana y el sol apenas comenzaba a asomar sobre el horizonte, tiñendo el cielo con tonos anaranjados y rosados. La arena crujía bajo mis pies y el sonido rítmico de las olas rompiendo en la orilla me envolvía en una sensación de profunda calma.
En ese momento, en medio de la quietud del amanecer, una idea comenzó a germinar en mi mente.
Un sueño, una visión de un futuro donde el conocimiento fluyera libre y accesible para todos. Imaginé una universidad sin barreras, sin limitaciones geográficas ni económicas, donde cualquier persona con sed de aprender pudiera saciar su curiosidad y desarrollar su potencial.
Con la arena como lienzo y una rama de árbol como pincel, comencé a trazar las primeras líneas de un boceto. Un escudo de armas, símbolo de una institución que aún no existía, pero que ya latía con fuerza en mi corazón. La Appleton Private University, un espacio virtual donde el conocimiento sería el estandarte y la libertad de aprender, el lema.
Aquel sueño nacido en la playa de Blanes, un seis de enero de hace dos años, se convirtió en mi obsesión. Dediqué cada minuto de mi tiempo a darle forma, a convertir esa visión en una realidad tangible. Las primeras etapas fueron un torbellino de trámites, gestiones y desafíos. Constituir la personalidad jurídica, obtener los registros, reclutar profesores, diseñar los temarios, buscar colaboradores, encontrar los recursos…
Recuerdo las noches en vela, frente a la pantalla del ordenador, respondiendo correos electrónicos, revisando documentos y resolviendo problemas. Las dudas, las incertidumbres, los momentos de frustración… Pero también la emoción de ver cómo, poco a poco, aquel sueño iba tomando forma.
Los primeros cursos, los primeros estudiantes, las primeras críticas, las primeras felicitaciones… Cada paso, por pequeño que fuera, me llenaba de energía y me impulsaba a seguir adelante. No faltaron las voces que cuestionaron mi visión, que me tildaron de idealista o iluso. Pero yo seguía creyendo en mi sueño, en la posibilidad de crear un espacio educativo diferente, donde el conocimiento fuera un derecho universal y no un privilegio.
Dos años después, la Appleton Private University es una realidad consolidada. Miles de estudiantes de todo el mundo se conectan cada día a nuestro campus virtual para acceder a una formación de calidad, gratuita y con certificación propia. Hemos creado una comunidad global de aprendizaje, donde la diversidad y la inclusión son pilares fundamentales.
Hemos demostrado que es posible ofrecer una educación universitaria de excelencia sin barreras económicas. Que el conocimiento puede traspasar fronteras y llegar a cualquier rincón del planeta. Que la pasión por aprender es un motor imparable.
A lo largo de estos dos años, hemos enfrentado desafíos y hemos aprendido de nuestros errores. Hemos crecido, hemos evolucionado y hemos consolidado nuestra visión. Pero, sobre todo, hemos mantenido la llama de aquel sueño que nació en la playa de Blanes.
Hoy, la Appleton Private University es un espacio vibrante, lleno de vida y de conocimiento. Un lugar donde estudiantes y profesores de todo el mundo se encuentran para compartir ideas, experiencias y pasión por el aprendizaje.
Miro hacia atrás y siento una profunda gratitud por todo lo que hemos logrado. Por cada estudiante que ha confiado en nosotros, por cada profesor que ha aportado su experiencia, por cada colaborador que ha sumado su esfuerzo.
La Appleton Private University es un sueño hecho realidad. Un sueño que nació en la playa de Blanes, un seis de enero, y que hoy ilumina el camino de miles de personas en todo el mundo.
José M. Castelo-Appleton
Rector de la Appleton Private University